HOMENAJE A “LOS VICHES” Y BYRON CAICEDO UNA NOCHE LLENA DE RECUERDOS
Por Bolívar Guamán. El carnaval de 1972, lo llevo grabado por tres hechos fundamentales:
Primero: el desfile del sábado 12 de Febrero, en Puyo, fue el último que presidió Velasco Ibarra. La Tribuna, estaba ubicada en el balcón de la Escuela “Fray Álvaro Valladares”, cuya estructura, todavía era de madera, junto a la construcción, ya por concluir, de la nueva Catedral.
Segundo: el miércoles de ceniza, amanecimos con nuevo gobierno. Un general, Rodríguez Lara (“Bombita”), había depuesto al “Profeta”. La noche anterior, llovió tanto, que el río Puyo se desbordó. Era una sola laguna desde la parte del balneario, hasta pasar lo que hoy es la Isla; afortunadamente, no afectó al sector de la carretera al Tena. Algunos, recorrían la crecentada, en canoa.,
Tercero: el lunes siguiente, luego del recreo de la tarde (en esos tiempos, estudiábamos a doble jornada), el licenciado Roberto Chávez (+), inspector del Colegio “San Vicente Ferrer”, enfrentó un inusual acto de indisciplina: pese a que sonó el timbre, todos los mirones que estábamos en el teatro del colegio, no salimos ni a formar, peor aún, pasar a las aulas.
¿La razón?
Escuchábamos, embelesados a Ramiro Basurí, Jaime Rodríguez y Byron Caicedo, dirigidos por Tito Salazar, con el apoyo de Virgilio Guerrero, interpretar música, con guitarras eléctricas.
Boquiabiertos, los mirábamos turnarse, pues solo había tres instrumentos, con los cuales, hacían vibrar nuestras almas a los acordes de “Nunca te cases con un ferroviario”, “La casa del sol naciente”, “Los sonidos del silencio”, “Jinetes en el cielo” y el boom del momento “Samba Pa ti” de Carlos Santana. Eran, algo fuera de serie. Hechizaron a todos, hasta al mismo inspector, quien debió conciliar: “una canción más y pasamos adentro…” así ocurrió. De mala gana, incluidos los profesores, cumplimos la orden.
Nunca imaginamos que, dos años después, en las Fiestas Patronales, en abril del 74, seríamos deslumbrados con el debut de un grupo musical denominado, obviamente, “Los Viches”. El baterista era, Marco Castillo, y, la pasmosa sorpresa de escucharle al “Mono” Unda, como vocalista. Era, la réplica de Pepe Cobos. De los tres muchachos que los escuchamos en el teatro, solo intervenía Ramiro. Posteriormente, recibiría el aporte de Byron, Patricio Santos, Jorge Mariño (+), Jaime y su hermano, Luis.
Eso, y muchos recuerdos más, se vivieron la noche del marte 23 de julio, en el Teatro de la Casa de la Cultura, Benjamín Carrión – Núcleo de Pastaza. El local, resultó pequeño, ya que los homenajeados, siempre tuvieron nuestro cariño. Y, hallamos el pretexto para coincidir con los compañeros y conocidos de esa época.
El segmento protocolario, resultó muy emotivo, con la presencia de niños de la Escuela Enrique Vacas Galindo”, cantando su himno, compuesto por Byron Caicedo y, la presencia del Maestro Tito Salazar, quien cultivó y proyectó el talento de esos soñadores. Su anterior robustez, está deteriorada, pero es imposible hablar de “Los Viches” sin dejar de reconocer la contribución del insustituible “Mollete”.
Inmediatamente, se dio paso a las actuaciones artísticas:
La primera, directo a la yugular. Marco “Porito” Castillo, con su extraordinaria voz y estilo, removió nuestras fibras y memorias más íntimas. Sus canciones, abrieron, de par en par, la puerta de las evocaciones, “…si lo hubieras hecho, antes de partir/ si lo hubieras hecho, antes de sufrir…”.
A continuación, Luis Meza, nos trajo el ritmo de la “Sonora Matancera” y la remembranza de Leo Marini. Hizo que las miradas de muchas parejas se reencontraran pues, “la gitana, lo leyó”.
Le correspondió el turno a Oscar “El Mono” Unda. Está un poquito más grueso que en sus inicios; sigue siendo extrovertido, no ha perdido su chispa. Genio y figura… Nos entretuvo con sus ocurrencias y nos deslumbró con sus canciones. Inició, con una súplica, de hace más de cincuenta años, en Colombia, cuya temática, es, hoy, el clamor de nuestro pueblo: “VIOLENCIA, MALDITA VIOLENCIA/ ¿POR QUÉ NO PERMITES QUE REINE LA PAZ, QUE REINE EL AMOR/ QUE PUEDAN LOS NIÑOS DORMIR EN SUS CUNAS SONRIENDO DE AMOR?”
Un mensaje profundo. “El Mono” Unda, nunca ha sido indiferente a la realidad que le rodea.
No asistió Jaime Rodríguez, el más inquieto de esa generación (elevemos una plegaria por su salud), pero Luis, su hermano, vino, desde el Tena, con Adrián Castañeda, quien nos deleitó con el ritmo de la salsa y el pop latino, al estilo de Marc Anthony.
Finalmente, llegó un tsunami al escenario, para extenderse por todo el local: la audiencia, enloqueció con la presencia de Byron Caicedo, “El Duro del Ecuador”.
Todavía queda, en su caminar, los atributos sosegados del soñador reservado quien, hace más de cincuenta años, en las horas de recreo, tocaba la guitarra, junto a Ramiro, Jaime, Virgilio y Tito.
Vi, la resuelta determinación que ha caracterizado todos sus actos. El evento, era en su honor, pero, él, realizó su presentación en consideración a quien lo acompañó en los primeros y más difíciles años de su carrera, Janeth, su difunta esposa, la mujer que tuvo fe en su potencial y creyó en su capacidad artística.
Ella, no estuvo en este momento, tan anhelado: ser reconocido por sus admiradores de Puyo. Sus ojos, estaban enrojecidos. Sensible, como es él, no pudo evitar que las lágrimas rueden por sus mejillas, mientras sostenía en sus manos la placa de reconocimiento a su larga jornada.
¡Cuántas veces, ella fue la única persona que lo sostuvo y animó a no rendirse!
Con ella, forjó su trayectoria artística. Con su apoyo incondicional, recogió y musicalizó las expresiones surgidas en las calles, parques, plazas, pueblos y recintos de nuestra patria, adueñándose, del cariño de los ecuatorianos, que lo han convertido en su ídolo, dentro y fuera del país.
En homenaje a Janeth, “en lo más alto, en las estrellas”, ofreció un concierto que nos llenó de alegría y nostalgia. Byron, somos muchos, los que, como tú dices en una melodía, tenemos “la mitad lejos de aquí” y, nos brotan “lágrimas del alma”.
Una mención especial a la Casa de la Cultura “Benjamín Carrión” – Núcleo de Pastaza, en la persona de su presidente, Carlos Garcés y, al Área de la Mujer, por permitirnos vivir, otra vez, esos momentos inolvidables y, reencontrarnos con amigos y añoranzas.
Ha pasado medio siglo y, debemos agradecerle a la vida, que, entre otras cosas buenas, nos concedió la oportunidad de conocer y disfrutar de estas leyendas musicales de Pastaza.
Medio siglo, que, esa noche, con ellos, llegó y se fue, como un suspiro repleto de reminiscencias. Concluido el programa, compartí unas pocas palabras con Byron, el amigo de siempre. A través de la conversación, tal vez un minuto, evidencié que, el cariño hacia Janeth, su difunta esposa, no ha disminuido. —“¡Calla hermano, que me vas a hacer llorar!”, me dijo.
Así, nació esta nota.